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domingo, 27 de octubre de 2019

Artículo AYH revista


A propósito de lo que pasa en México y en el mundo!!

Ser plenamente persona en el siglo XXI
Recibido: 6 marzo 2017 *Aprobado: 7 marzo 2018
Silvia Amalín Kuri Casco
UPAEP
Para referenciar: Kuri Casco, S. A. (2018). Ser plenamente persona en el siglo XXI. Revista A&H (7), 78-86. 80 Disponible en: https://upaep.mx/revistaayh/todas-las-publicaciones/280-revista-a-h-7

Resumen
¿Es posible decir que un ser humano no es una persona? La respuesta inmediata sería que no es
posible: las características de la persona no existen porque las conocemos, son parte de nosotros
mismos, por un principio biogenético intransferible de la raza humana. Sin embargo, la persona
debe cultivar esas características propias de su personal esencia humana inserta en el cosmos,
como lo presenta Morín.
Por lo tanto, el presente documento muestra un análisis basado en las características de la persona
de acuerdo a la visión humanista de Morin (1999) y Lonergan (1993), con el objetivo de evitar
la enajenación político-económica-social-cultural en la que puede estar involucrada la sociedad
actual. Asimismo, presenta la idea de que la educación ha sido y es un factor decisivo en su desarrollo;
así como la posibilidad de establecer una ética planetaria (Morin, 1999), para el manejo de
la libertad humana; una autonomía que puede transformarse de un para sí del sujeto a un para
todos: abrirse a los demás sin dejar de ser para sí, como lo menciona López-Calva (2004).
Al final del documento, se pretende que el lector pueda inferir y encontrar, por medio de preguntas
y comentarios, algunas soluciones a la situación particular en la que vive, para fortalecer su
compromiso, responsabilidad y acción en la búsqueda de ser plenamente persona.
Palabras clave: desarrollo humano, educación integral, persona.

Abstract
Is it possible to say that a human being is not a person? The characteristics of the person does not
exist because we know them, are part of ourselves by a non-transferable genetic bio-principle
of the human race. However, the person must cultivate those characteristics of your personal
human essence inserted into the cosmos, as presents López Calva, M. (2016)
This document shows an analysis of the characteristics of the person according to the humanist
vision of Morin and Lonergan, focusing on the exaltation of these features to prevent the alienation
political-economic-social-cultural in the who can develop the society today, presents the
idea that education has been and is a decisive factor in its development. As well as the possibility
of establishing a planetary ethics, also proposed by Morin for the management of human freedom,
an autonomy that can be transformed from a “him-self” from the subject to a “for all”, to
open up to the other without ceasing to be. (Lopez Calva, M. 2009a. P. 337).
Kuri Casco, S. A. (2018). Ser plenamente persona en el siglo XXI. Revista A&H (7), 78-86. 79
At the end of the document it is intended that the reader can find, by means of questions and
comments, some reflections to the particular situation in which you can find the society today by
the problems that live.
Keywords: Human development, integral education, person.


Introducción

A partir de las guerras, la violencia, la pobreza y otros eventos similares que se viven
en el mundo actual es necesario preguntarse ¿es posible decir que un ser humano
no es persona? Me parece que no, aunque hay personas que se comportan como si no
lo fueran y esto es un hecho. El término ha sido analizado de muy diversas formas y
en diferentes ámbitos, como el filosófico, sociológico, pedagógico, psicológico, político,
económico, etc. Y, sin embargo, seguimos y seguiremos haciéndonos preguntas como
esta, y con mucho más énfasis en el ámbito educativo, pues su objetivo es contribuir en
la formación de personas desde esta profunda concepción.
Se puede decir que nos encontramos en una época en la que vivimos una situación social
en la que lamentablemente se ha cosificado al hombre y se le puede ver como un
objeto y no como una persona. Algunos autores lo definen como un animal racional,
porque el mismo hombre se esfuerza en ser más animal que racional y esto sin afán despreciativo
hacia los singularísimos animales. El hombre cae en acciones que ni siquiera
los animales, por instinto, realizarían.

Desde el enfoque en la persona

Ser hombre es algo que, si lo realizamos,
lo realizamos sólo precariamente.
Lonergan (1993)


Según Amor-Villalpando y Sánchez-Granados (2004), en el cristianismo se le definió a la
persona como el objeto de amor por parte de Dios y está hecho a imagen suya, como
una sustancia individual de naturaleza racional; y mencionan que cuando la filosofía intenta
definir a la persona, llega pronto a una paradoja, al afirmar que la persona no se
deja definir por entero. Esto también porque cada ciencia aportaba algo diferente al concepto.

Desde un diálogo filosófico, Amor-Villalpando y Sánchez-Granados (2004) argumentan
que la persona es un ser que tiene un cuerpo bioquímico, molecular, hereditario correspondiente
a la especie; viene marcada por una sexualidad y es una realidad indivisible. Es
un ser que se comunica por medio del habla y es capaz de darle un sentido a lo que dice,
así como comprender lo que se le dice; es un ser que posee una conciencia reflexiva; es
libre y autónomo y, derivado de ello, cada persona tiene algo de increíble, de misterio,
unidimensional, sagrado e inviolable.

Con todo esto incorporado en su concepto, la persona no es cualquier objeto de la naturaleza,
por el contrario, es muy importante y su estancia en el mundo y en la vida debería
tener un sentido y una razón. Sin embargo, el hombre parece estar viviendo en un
nivel de desesperanza muy intenso, porque pierde el sentido de su vida y sufre sin ningún
propósito. De aquí que también se deba retomar lo que dice Lonergan (1993, citado
en López-Calva, 2009a): somos precariamente hombres y vamos construyendo nuestra
propia humanidad en trozos de historia personal y familiar, con la que intentemos darle
sentido a nuestra vida desde muy diversos trampolines.

Algo que es imprescindible recordar es que somos personas tanto desde al ámbito biológico
como desde el ámbito psico-social-cultural, por lo tanto, hay que cultivar cada una
de estas partes de manera equilibrada para que no se dispare alguna de ellas y nos lleve
a extremos que nos alejan de la humanización y la realización tan buscada en cualquier
tiempo y espacio. Al respecto, Morín (2006, citado por López-Calva, 2009a) menciona
que el ser humano es unidad en la diversidad, mezcla de identidades, individual, social,
histórica, planetaria y futura, lo que apunta hacia el porvenir, para que, en ese delicado
equilibrio, estos elementos lo ayuden no solo a sobrevivir, sino a vivir bien y, además,
vivir conscientemente.

Y para esto, las ciencias habrán de contribuir, pero con mucho más énfasis la pedagogía,
que ha pasado a lo largo de la historia por diferentes y muy diversos matices: transitando
desde los hombres primitivos, pasando por los filósofos griegos, las visiones libertarias
y personalistas, hasta la tecnología educativa y por un sinfín de acciones que tratan de
integrar un propósito.

Sin embargo, la educación en el acelerado mundo en que vivimos, pareciera más transitar
sin una visión fija o una meta de desarrollo establecida. Ahora se asemeja más a un
slogan publicitario en el que, con el pretexto de que -al cliente lo que pida-, se presenta
más como una mirada a los mejores escaparates del mundo vacío de la mercadotecnia,
que al mundo de la formación y desarrollo humano. Por lo tanto, nuestra sociedad necesita
sanarse desde el interior y rescatar el alma humana, pues es lo más trascendente
que tiene.

Los actos sociales, culturales, económicos que afectan la paz mundial en la actualidad
podrían hacernos perder la fe en la humanidad: los jóvenes en el transporte público se
regodean por haber participado en los saqueos; madres de familia con sus pequeños en
brazos, salen de las tiendas con artículos robados, como si todo esto fuera un premio; los
medios de comunicación difunden un espectáculo lamentable, que parece haber salido
de la peor pesadilla de algunas personas o de una guerra. El hombre se comporta peor
que los animales: hace a un lado su consciencia, su deber y los valores primarios.

En estos actos, se muestra al gobierno como un sistema que dista mucho de la labor para
la que fue creado y que, además, ha perdido toda credibilidad. Lamentable situación
social en México. Pero si nos preguntamos ¿cuál puede ser una causa y al mismo tiempo
una solución?, sin duda diría que es y ha sido siempre la educación, pero una verdadera
-y con mayúscula- Educación, que implica hoy una formación integral, que nos ayude a
retomar el rumbo hacia una civilización de la paz.

Morín (1999) y Lonergan (1993) han hecho un estudio exhaustivo de la naturaleza de la
persona, por lo tanto, en ella se pueden incluir a todas las personas, incluso aquellas que
realizan actos vandálicos. Desde este planteamiento, nos demuestran que estos sujetos,
al contrario de lo que se piensa, tienen consciencia, quizá está adormilada en los excesos
o en la escases -pero sí la tienen-. Así que es un buen momento para que la educación
trabaje en el despertar de consciencias y forme verdaderos hombres y mujeres que demuestren
su racionalidad, presencia personal, en pocas palabras, su humanidad.

La preocupación viene de un genuino interés en hacer algo para que la violencia de
estos tiempos no nos lleve a la decadencia, sino que podamos, en este agitado mundo,
hacer un alto y volvernos a los elementos más importantes de nosotros mismos. Y eso
es ser plenamente personas, lejos de un individualismo malsano y acercándonos más
al apoyo mutuo, a la cooperación, a la humanización: Necesitamos ser personas, desde
la visión de Morin (1999, citado por López-Calva, 2009a): “que cultiven su racionalidad
desde la visión de la complejidad, que se den cuenta que somos una auto-eco-ego-fenoorganización,
un sistema de sistemas, una polimáquina viviente, componente de una
entidad llamada sociedad” (p. 268).

Por esto mismo, López-Calva (2009a) menciona que es necesario cultivar la “relación interna,
con los millones de células propias, pero también externa, con los millones de
personas que conforman a la sociedad y a la cultura, siendo hombres cien por ciento
biológicos, pero cien por ciento culturales también” (p. 273).
Es necesario que los seres humanos “asuman su realización desde el cultivo del arte, reconociendo
su condición a la cultura, pero también su capacidad de trascenderla” (López-
Calva, 2009a, p. 275); personas que reconozcan su racionalidad, afectividad y pulsión,
coexistiendo en su mente y aportando lo mejor de cada una de ellas y que guiarán su
destino, unas veces más racionalmente, pero otras veces respondiendo a su afectividad
y su pulsión o en otras más, en una combinación que responde a la condición de la diversidad
y la unidad humanas; un ser multi-identitario, con identidad individual, identidad
social, identidad histórica, identidad planetaria, identidad futura.

En resumen, requerimos ser personas que integren alma, mente, corazón, cuerpo y vida,
que no desprecien ningún nivel de consciencia, pero que además busquen crecer en ella;
que valoren y cultiven los valores primarios, que no luchen por poder, sino por crecer y
por ayudarse a sí mismos y también al prójimo; personas que sean plenamente personas
y que lo sean intencionadamente, asumiendo todo lo que esto conlleva, con libertad y
responsabilidad. Con racionalidad y con emoción, en suma, con un delicado equilibrio y
que nos lleve a alcanzar el bien y la verdad para sí y para los demás, en todo momento.
Personas que sean capaces de ver en el otro a sí mismos y que precisamente por ello no
deseen hacerle ningún mal, personas que vean en el otro a una persona en todo su potencial,
no un objeto más de la naturaleza, sino otro plenamente hombre y que por ello
mismo sea consciente de que merece lo que uno mismo.

Personas que sean capaces de buscar la paz y no pretender fundarla en la violencia, que
sean capaces de evolucionar en su pensamiento y no solo de revolucionar -de guerras
hemos ya vivido muchos años-, personas que intencionadamente busquen ser más, mejor
y plenamente personas. Personas que busquen ser cada vez más personas. Personas
que, si lo son, lo sean plenamente o al menos sean lo que busquen y que encuentren
como medio a la educación.

Desde el enfoque en la educación
Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo,
involúcrame y lo aprendo.
Benjamín Franklin

Por lo tanto, uno de los caminos más recomendables es justo ese involucramiento de la
persona con su propia formación, como lo menciona Benjamín Franklin en el epígrafe. El
cual nos hace reflexionar sobre la verdadera educación integral, esa que no se funda en
repeticiones vacías que se olvidan al poco tiempo de escucharlas, ni en acciones que podemos
recordar y que posiblemente no se aplicarán en la vida cotidiana. Nos referimos
aquí a un aprendizaje real, que pueda evidenciar los resultados de aprendizaje obtenidos
por los estudiantes, al ser significativo, permanente y aplicable a la resolución de problemas
de cualquier tipo, nivel y ámbito.

De ahí, que no se busque cualquier educación, sino una basada en valores, que rescate a
la persona con todas sus potencialidades y capacidades, una que no sólo se concentre en
instruir, sino que pueda ver más allá de los contenidos y conocimientos; que vaya más de
la formación de habilidades y de actitudes. Una educación que busque una formación en
equilibrio que pueda extraer las más altas potencialidades de la persona humana.

Y es que, finalmente, la educación en valores no puede ser tratada como una receta de
cocina, que garantice la obtención de ciertos resultados. Ni tampoco puede ser planteada
de manera obligada y aprendida de memoria, como una fórmula química; tiene
que estar basada en la autoformación y en la educación de la libertad; dos elementos
que hoy se pierden en la vorágine de terminar programas, de cerrar ciclos académicos
llevados a cabo con prisa, sin reflexión y sin interés en la verdadera formación integral. Al
respecto, López Calva (2009c) cita que:
La propuesta de educación de la libertad, que trasciende la educación tradicional en
valores, debe sustentarse en la visión de que la ética parte de un compromiso de religación
del ser humano individual consigo mismo, con los otros seres humanos en una
comunidad, con la sociedad en la que vive y con la especie humana ligada al destino del
universo. De esta manera, más que enseñar valores determinados, lo que la educación
moral debe hacer es promover el descubrimiento y la vivencia comprometida de este
espíritu de religación interna que lleve a los educandos a buscar lo que los vincule con
los demás, con la naturaleza, con su comunidad y sociedad, con la especie humana. (p. 4)

Por lo tanto, sería importante rescatar lo trascendente de la persona, lo que desde su racionalidad,
pero también desde su afecto, sus valores, sus habilidades, destrezas y desde
todo él, pueda replantear su humanidad, y entonces al re-conocer su propia identidad
pueda identificar su trascendencia y encaminarse a su autorrealización.

Desde estos principios, la educación estaría basada en la reflexión crítica y por supuesto
en principios de libertad, como se mencionaba anteriormente. En este sentido, el testimonio
de los profesores y de todas las personas que rodean a la persona sería la clave
para la aprehensión de los valores que se pretendan formar. A partir de esto, la familia
también tomaría un papel preponderante como primera educadora, así que el compromiso
no sería individual, sino que estaría basado en esta cooperación positiva que se
aprende desde los primero pasos y primeras vivencias con hermanos, primos, tíos, padres,
abuelos, amigos y vecinos. ésa, que se aprende en juegos y convivencia.
Con enfoque en la práctica

Reflexionemos sobre los siguientes cuestionamientos: ¿Qué puedes rescatar, de tu propia
vivencia, como rasgo más importante de tu ser como persona? ¿Qué hace falta desarrollar
en la educación en México? ¿Qué podría evitarse o eliminarse en los sistemas
educativos actuales, ya que no aporta a la formación de la persona?

El objetivo de este documento no es responder a las preguntas anteriores, sino sembrar
en la mente del lector la idea que genere la reflexión, la crítica y la aportación personal
que podría versar en el sentido de las siguientes frases de El principito (Saint Exúpery,
1943) y algunas aportaciones personales.

1. Lo esencial es invisible a los ojos. Lo más importante no lo podemos percibir
con los sentidos, la enseñanza de los valores se complejiza y aquellos que se
requieren para rescatar a la sociedad se tienen que <<vivir>> y no aprender de
memoria para recitar en un examen.
2. Vivir en negatividad hace malgastar el tiempo. Vive positivamente cada día de
la vida como si fuera el último, de manera que sea posible ser consciente de
que la persona ha venido a este mundo para realizarse y ser feliz, el dolor no
se podrá evitar, pero sufrir es solo una posición de lo que es posible hacer ante
ello.
3. Los hombres -dijo el Principito- se meten en los rápidos, pero no saben dónde
van ni lo que quieren, por esa razón es necesario que el hombre analice teleológicamente
su vida para reconocer sus fines y encaminarse hacia ellos; es allí
en donde la educación puede ser un medio.
4. Para lograr la autorrealización es necesaria la autogestión, es decir que la persona,
por sí misma, esté convencida de lo que tiene y quiere hacer. Nadie va
a obligar a otra persona a hacer algo, la acción viene del propio y genuino
convencimiento.
5. Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. Las palabras se pueden desvanecer,
pero los actos y sus implicaciones permanecen y trascienden, por lo
que cada acto de un profesor o de un estudiante pueden ser generadores de
cambios significativos que nos ayuden a transformar la realidad en aquella que
queremos y no en la que nos ha tocado vivir.
6. Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Es decir, no es
posible renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió.

Por lo que la invitación es a seguir luchando por alcanzar lo que te has propuesto.
Nadie dice que será fácil, pero se puede lograr
Así pues, vale la pena luchar por una verdadera educación, que apoye el desarrollo integral
de la persona, que lo lleve a recordarse como persona plena, que busquen la paz:
Porque la paz no es la simple ausencia de guerra o de violencia, porque
la guerra o la violencia no son solamente físicas sino también
psicológicas, sociales, culturales, incluso religiosas, es necesario que
nuestro sistema educativo se ocupe eficazmente de la educación
para la paz, es decir, de una educación que genere el compromiso
activo por la erradicación de la violencia y la construcción de la paz.
(López-Calva, 2009b, p. 133).

Asimismo, una educación basada en una ética planetaria (Morín, 2005) compartida por
todos los miembros de la especie humana, que se comprometen con la construcción de
la sociedad-mundo que está tratando de nacer en medio de la crisis actual y que de este
modo nos permite estar conectados en una religación cósmica; También, una antropobio-
ética que se oriente a defender la vida y los valores de la vida y, por lo tanto, una
educación que nos invite a cultivar una auto-ética que desembocaría en una ética para
el otro, es decir, una ética compleja, así como el ser humano es complejo.
Una ética planetaria que trascienda las fronteras nacionales y culturales, que se prolongue
en el futuro de nuestros descendientes y nos lleve a la toma de consciencia de la
tierra-patria, destino, origen y perdición (López-Calva, 2009b).

La paz que hoy necesita México y el mundo puede desprenderse de la consciencia de los
hombres, de su ser como persona, de replantear su propio destino de la mano de una
reflexión crítica basada en la libertad, educación en valores y con una correcta finalidad.
Una ética planetaria en la que se sustente la búsqueda y el logro de ser plenamente
personas.


Referencias
Amor-Villalpando, A. y Sánchez-Granados, P. (2004, marzo-abril). Concepto de persona. Revista
Sanid Milit Mex, 58(2). 88-91. Recuperado de http://www.medigraphic.com/pdfs/sanmil/sm-
2004/sm042g.pdf
De Saint Exúpery, A. (1943). El principito. Edit. EMECE.
Lonergan, B. (1993). Filosofía de la educación. México: Universidad Iberoamericana.
López-Calva, M. (2004) Educar en la libertad, más allá de la educación en valores. México: Trillas.
López-Calva, M. (2009a). Educación Humanista. México: Editorial Gernika. 3 t.
López-Calva, M. (2009b). Educación para la paz. Recuperado de http://www.laprimeradepuebla.
com/
López-Calva, M. (2009c). Hacia una visión ética que renueve y sea renovada por la educación.
Perfiles educativos, 31(123). Recuperado de http://132.248.192.201/seccion/perfiles/2009/
n123a2009/mx.peredu.2009.n123.p80-90.pdf
López-Calva, M. (2012). El corazón de la educación y la educación del corazón. Algunas reflexiones
éticas y poéticas sobre la relación educación y valores en la obra de Pablo Latapí. Recuperado de
http://scielo.unam.mx/pdf/peredu/v34n135/v34n135a12.pdf
Morin, E. (1999). Los 7 saberes necesarios para la educación del futuro. Francia: Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).